sábado, 12 de octubre de 2019

Las aguas están serenas

Llegué a vivir a Puerto Peñasco el 24 de enero del 2003, justo después de 52 días que falleciera mi papá. Aquí, a unos metros del mar de Las Conchas padecí mi duelo por su partida. Ese mismo año amistades entrañables tuvieron su génesis: Don Lorenzo Cuadras primero, Don Amaranto Celaya, Don Alberto Aldrete, Don Guillermo Munro Palacio después, hasta lograr extender un directorio tan amplio de afectos como un puerto lo puede imaginar. El 2004 ya estaba involucrada con el cineclub en actividades pro construcción del museo de historia invitada por el comité de aquel tiempo coordinado por Don Amaranto. Y desde entonces no he dejado de colaborar con todo lo referente a lo cultural en este puerto, sumando a los años de labores con los que llegué, cumpliendo ya 25 años de servicio a la comunidad el pasado 24 de septiembre (1994-2019).
Aquí me enamoré del ser destinado al cuidado de mi alma y corazón: Socorro González Barajas, nos casamos un jueves al mediodía en la sala de nuestra casa un 18 de mayo del 2006, el juez de entonces nos auguró larga vida a nuestro amor. Tuvimos cuatro testigos, celebramos con un caldo de pollo y a cada uno de los seis presentes les regalamos una botella de Whisky Buchanans, los despedimos y nosotros seguimos trabajando. Mis dos hijos nacieron en este puerto, David Salomón nació un lunes 7 de agosto a las cuatro de la madrugada en la Clínica Santa Isabel (2006) y Rut Emmanuelle un sábado 27 de septiembre en la Clínica Santa María (2008) en una complicada situación donde el Dr. José Antonio Javalera -el mejor ginecólogo de mi mundo- fue el instrumento para salvarnos la vida a ambas. Gracias por ello.
En este puerto mis hijos han crecido felices, llenos de amor de su gente, de sus maestros, compañeros de escuela, de sus tíos y tías de cariño; hemos sido cobijados siempre como familia porteña. Somos parte de la comunidad y este cielo y este mar han sido la tierra prometida, nuestro paraíso. No hay mejor lugar en la faz de la tierra que encontremos mejor para que nuestros hijos sigan creciendo.
Agradezco estos tiempos divinos, llenos de amor, alegría, armonía y labores, agradezco a todos los ángeles urbanos, a los rostros amigos, a las manos extendidas y las puertas abiertas donde quiera. Aquí está nuestro hogar.
16 años, ocho meses, doce días he cumplido de residencia en este maravilloso puerto al cual promuevo de día y promuevo de noche convencida de sus bondades, de su hermoso cielo, de su generoso mar y su bendita tierra sagrada.
Este puerto también fue piélago de mi infancia y de mi juventud; fue anhelo de mi padre por una casa frente a este acuario del mundo. La partida de mi padre me trajo a este puerto que está cerca de su ranchito para que cuidara de sus tierras y para que yo realizara esa felicidad que él imagino para su retiro frente al mar: esto para mí es sagrado, esto para mí es su herencia. Aquí seguiré, aquí seguiremos.
Yo, mujer que trabaja con amor y alegría, que puedo verte a los ojos y brindarte mi solidaridad con el máximo cariño, ésta, la que soy y camina por estos senderos, te doy mi palabra –que es todo lo que tengo- que nada tiene trasfondo, que lo que es es; que el pasado ya no existe ni mucho menos habito en él, que el futuro depende de la venia del Creador, por lo tanto, mientras tanto: Sigamos con Fe que el camino es largo. Las aguas están serenas. Lealtad, la mayor de las virtudes. Aché.
[Aguas serenas. Foto tomada a las 10:43 de esta mañana de sábado, 12 de octubre 2019 en el mar de Las Conchas]


sábado, 16 de febrero de 2019

Esta postal sembrada en mi corazón

¿Qué trajiste de Cuba?, me preguntan en estos días.
Esta postal sembrada en mi corazón. Unos minutos antes de salir del departamento de mi tía Rosita Mier López (hermana de mi papá) rumbo al aeropuerto para regresar a México el miércoles, 6 de febrero le tomé esta fotografía justo a las doce del mediodía (hora La Habana). Todo el amor en su mirada de casi 92 años.
La Habana se prepara para celebrar sus 500 años de fundación, la fecha es el 17 de noviembre del 2019; Centro Habana y Habana Vieja lucen regias con tantas restauraciones. La cubanía intacta. Y toda mi familia paterna firme, fuerte y bien.
Dice que soy su hija que llegué a este mundo a través de mis padres; una bella historia. Ella siempre me espera. En la Isla tengo un hogar por la avenida Colón a un costado de la Plaza de la Revolución.