domingo, 27 de noviembre de 2011

Cariño de invierno.

Por la mañana, platicando por teléfono con mi mamá, me avisa que uno de los árboles de naranjo que sembró mi Nana Chú tiene 34 naranjas a punto de madurar y que la Mandarina ostenta 53 frutos (en Caborca); "te mandaré por Albatros en cuanto estén listas, sé que son tu medicina de invierno", me dijo mi mamá. Y así es, por medio de estas frutas recibo el cariño de mi abuela que partió de este mundo desde 1981, pero dejó su amor sembrado. Esperaré ansiosa entonces mi porción de cariño de invierno.

domingo, 24 de julio de 2011

Un gran resplandor

Gracias tía Sylvia Elena por tantos momentos tan buenos que nos diste en nuestra infancia, por toda esa alegría, por los festines, los viajes a Tucson, por tu sonrisa, por los regalos, por tu ejemplo, por todo lo que nos dejas ahora que te vas, por tus hijos que se hicieron nuestros primos, por las aventuras, por brindarnos tu hogar, por tus pláticas, por tu elegancia... Gracias.

Hoy te fuiste al Cielo a las 10 de la mañana, es domingo, 24 de julio del 2011. Hasta Siempre.

(Foto tomada por su hija Rebeca cuando salió del hospital el 25 de junio tras haber estado dos días en terapia intensiva después de una operación al corazón que duró 7 horas).

domingo, 19 de junio de 2011

Feliz Día Padre 2011. En memoria del mío.

Viernes, 17 de junio. Esta mediodía, alrededor de las 12:50, iba sola en mi carro por toda la avenida Luis Encinas, rumbo a la escuela de Salomón, de pronto grité "¡Papá, papá! ¡Por Dios cómo te extraño!" y el llanto me arrebató el momento, paré el carro y me dejé llevar por el sentimiento. Mi mente recorrió todos los momentos de su agonía antes de que muriera, todo lo que pasó y cómo me sostuve por una semana inmóvil de su cuerpo casi frío casi muerto.


Ayer me comentó mi mamá que hoy operarían del corazón a mi tía Sylvia Elena Valenzuela de Castelo, amiga de la familia, inseparable en los momentos de aflicción; cuando papá estaba en agonía, un día de diciembre del 2002, a las 3 de la tarde, su rostro se tornó gris y su cuerpo emitía temblores de un dolor, de una separación, de algo que sucedía, pero que era muy fuerte lo que estaba pasando, me recuerdo que estando en el trance de la hija que está viendo morir al padre, dije al Cielo "¿Por qué no se muere para que deje de sufrir si ya son las tres de la tarde?"... escuché una voz, que me dijo "Nina, no pierdas la fe, todavía hay una esperanza", fueron las palabras de mi tía Sylvia Elena ante su amigo desahuciado, la única persona que esperaba un milagro para mi padre, la única.


Afuera, otros voluntarios indeseables ya tenían al personal de la funeraria, esperando que papá falleceria para llevarse su cuerpo. Otros, rondaban por ahí esperando el final; más, comían en la cocina y tomaban café comentando lo que estaba ocurriendo; uno se hacía el enfermo de gravedad y se andaba practicando estudios en esos minutos, lo que traía clavado en el estómago no era masque la conciencia. Mamá leía, después de que mi tía dijo esas palabras se levantó y buscó en su clóset contiguo a la cama una carta que dos años antes le había entregado yo a mi padre, la leyó en voz alta, como queriendo resucitarlo... cada palabra se me clavaba en el alma. Mi madre despedía a mi padre con mi palabras.


Yo sabía que el adiós sería a las tres de la tarde, a la "Hora de la Misericordia" ¿cómo lo sabía? No lo sé -me supongo que es el lenguaje del amor el que da indicaciones al corazón-; papá falleció a las 3:45 p.m. rodeado de sus hijos, esposa y amigos. Abraham le cerró los ojos, Evelyn le dijo las últimas palabras, Aarón miró a sus hermanos lloroso, volvió a resollar después de ese momento, pero ya la vida se había ido, sonrió antes de partir, algo vio en ese espacio que nos divide, algo avisó en otra dimensión que el gusto fue enorme. Fuimos testigos de ello. Pedí que salieran todos, nos quedamos frente al cuerpo, su esposa, sus hijos, nueras, yerno y Betini (un hermano adoptado del corazón). Mamá habló, pidió paz y que Los Cuates, sus nietos mayores, fueran al funeral. Papá se fue sonriendo, yo quería que lo dejaran tres horas con nosotros pero de inmediato entraron por él y se lo llevaron, con apuro, con urgencia. Lo demás ya no sería para mí. Mi tía Sylvia Elena, me mandó cuatro trajes de color negro, preciosos y finos. Fui al funeral y la misa. El dolor se me clavó en el costado por muchas cosas, pero más porque me faltó tiempo. El desenlace de su partida trajo situaciones adversas y dolorosas. Papá ya no está, es la respuesta a todo.

Magali Romano, subió una canción ayer al facebook que me dolió más. Yo no sé quién no necesita en este mundo a su papá, yo sí y mucho. Soy su niña, con eso pueden comprender todo. Se fue mi papá, con los meses, perdí la amistad de mis hermanos, hermana, y a veces a mi mamá. No me hablan, no soy parte de ellos. El puente era mi papá. Ahora practico cómo ser fuerte y lo logro, hay días que lo logro, pero ¡caray! Cómo me gustaría que él estuviera aquí, y saber entonces, ahora, cómo llevar la vida. Sé todo lo que me dicen, que él está conmigo, que su espíritu me acompaña, que esto que el otro, lo sé y también estoy de acuerdo con ello, si no no pudiéramos seguir como humanidad; pero tengo derecho a extrañarlo por muchas cosas, principalmente porque mi papá fue mi única sangre que acarició mi espíritu y comprendió mi mente, que abrazó mi vida con toda su fuerza y que me hizo hija. ¡Feliz Día del Padre mi cariño! La vida seguirá su curso, mi tía Sylvia Elena estará sana, Magali Romano seguirá poniendo bellas canciones y este domingo todos abrazarán a sus padres, inclusive yo.

En su memoria. Manuel David Mier López (Guanajay, Cuba. 1928- Caborca, México. 2002)

viernes, 17 de junio de 2011

Día del Padre 2011

Esta mediodía, alrededor de las 12:50, iba sola en mi carro por toda la avenida Luis Encinas, rumbo a la escuela de Salomón, de pronto grité "¡Papá, papá! ¡Por Dios cómo te extraño!" y el llanto me arrebató el momento, paré el carro y me dejé llevar por el sentimiento. Mi mente recorrió todos los momentos de su agonía antes de que muriera, todo lo que pasó y cómo me sostuve por una semana inmóvil de su cuerpo casi frío casi muerto.




Ayer me comentó mi mamá que hoy operarían del corazón a mi tía Sylvia Elena Valenzuela de Castelo, amiga de la familia, inseparable en los momentos de aflicción; cuando papá estaba en agonía, un día de diciembre del 2002, a las 3 de la tarde, su rostro se tornó gris y su cuerpo emitía temblores de un dolor, de una separación, de algo que sucedía, pero que era muy fuerte lo que estaba pasando, me recuerdo que estando en el trance de la hija que está viendo morir al padre, dije al Cielo "¿Por qué no se muere para que deje de sufrir si ya son las tres de la tarde?"... escuché una voz, que me dijo "Nina, no pierdas la fe, todavía hay una esperanza", fueron las palabras de mi tía Sylvia Elena ante su amigo desahuciado, la única persona que esperaba un milagro para mi padre, la única.




Afuera, otros voluntarios indeseables ya tenían al personal de la funeraria, esperando que papá falleceria para llevarse su cuerpo. Otros, rondaban por ahí esperando el final; más, comían en la cocina y tomaban café comentando lo que estaba ocurriendo; uno se hacía el enfermo de gravedad y se andaba practicando estudios en esos minutos, lo que traía clavado en el estómago no era masque la conciencia. Mamá leía, después de que mi tía dijo esas palabras se levantó y buscó en su clóset contiguo a la cama una carta que dos años antes le había entregado yo a mi padre, la leyó en voz alta, como queriendo resucitarlo... cada palabra se me clavaba en el alma. Mi madre despedía a mi padre con mi palabras.




Yo sabía que el adiós sería a las tres de la tarde, a la "Hora de la Misericordia" ¿cómo lo sabía? No lo sé -me supongo que es el lenguaje del amor el que da indicaciones al corazón-; papá falleció a las 3:45 p.m. rodeado de sus hijos, esposa y amigos. Abraham le cerró los ojos, Evelyn le dijo las últimas palabras, Aarón miró a sus hermanos lloroso, volvió a resollar después de ese momento, pero ya la vida se había ido, sonrió antes de partir, algo vio en ese espacio que nos divide, algo avisó en otra dimensión que el gusto fue enorme. Fuimos testigos de ello. Pedí que salieran todos, nos quedamos frente al cuerpo, su esposa, sus hijos, nueras, yerno y Betini (un hermano adoptado del corazón). Mamá habló, pidió paz y que Los Cuates, sus nietos mayores, fueran al funeral. Papá se fue sonriendo, yo quería que lo dejaran tres horas con nosotros pero de inmediato entraron por él y se lo llevaron, con apuro, con urgencia. Lo demás ya no sería para mí. Mi tía Sylvia Elena, me mandó cuatro trajes de color negro, preciosos y finos. Fui al funeral y la misa. El dolor se me clavó en el costado por muchas cosas, pero más porque me faltó tiempo. El desenlace de su partida trajo situaciones adversas y dolorosas. Papá ya no está, es la respuesta a todo.




Magali Romano, subió una canción ayer al facebook que me dolió más. Yo no sé quién no necesita en este mundo a su papá, yo sí y mucho. Soy su niña, con eso pueden comprender todo. Se fue mi papá, con los meses, perdí la amistad de mis hermanos, hermana, y a veces a mi mamá. No me hablan, no soy parte de ellos. El puente era mi papá. Ahora practico cómo ser fuerte y lo logro, hay días que lo logro, pero ¡caray! Cómo me gustaría que él estuviera aquí, y saber entonces, ahora, cómo llevar la vida. Sé todo lo que me dicen, que él está conmigo, que su espíritu me acompaña, que esto que el otro, lo sé y también estoy de acuerdo con ello, si no no pudiéramos seguir como humanidad; pero tengo derecho a extrañarlo por muchas cosas, principalmente porque mi papá fue mi única sangre que acarició mi espíritu y comprendió mi mente, que abrazó mi vida con toda su fuerza y que me hizo hija. ¡Feliz Día del Padre mi cariño! La vida seguirá su curso, mi tía Sylvia Elena estará sana, Magali Romano seguirá poniendo bellas canciones y este domingo todos abrazarán a sus padres, inclusive yo.




En su memoria. Manuel David Mier López (Guanajay, Cuba. 1928- Caborca, México. 2002)

miércoles, 8 de junio de 2011

Juan Carlos Preciado (1969-1989)

Un día como este día pero del año de 1969 nació mi amigo Juan Carlos... Celebro su 42 aniversario de su nacimiento; lo recuerdo como aquellos días que nuestros corazones latieron inundados de cariño, risas, proyectos... días eternos donde cada hora era nuestra hora, nuestro momento... Un año donde nuestas ausencias (tuyas y mías) eran insoportables ¿imagínate lo que tuve que pasar para aprender a estar sin ti desde 1989? Quiero creer que estás por ahí, que lo que se dice de las dimensiones es cierto, que la promesa de la Palabra es real... por eso te celebro, como lo hacen con los héroes... Te doy, por lo menos, un abrazo virtual (así se hace ahora; todos nos reencontramos por aquí ¿por qué no tú también, verdad? No hay reglas), eso aminora la ansiedad. Un amigo es para siempre, pero una amiga es para la eternidad, aquí estoy.... y sé que por ahí andas. Espero que el Cielo te llene de regalos, que se escuchen tus canciones preferidas "Un puño de tierra"... que Duncan Dhu toque sin cesar "En algún lugar" la canción que más te gustaba y escuchabas sin cesar en tu Ford café... así te fuiste. Así me quedé. Las maletas están con el equipaje que nos llevarían a Utah, los boletos de avión perdieron su vigencia, las reservaciones de la universidad cesaron, ya no más correspondencia. Parece que todo caducó, pero el espacio donde habita nuestra amistad está intocable, el tiempo no es tiempo. El cariño es así, por lo tanto, feliz cumpleaños donde quiera que estés... Total nadie está seguro de nada masque de lo que emana del corazón y estas son palabras que se escriben con su tinta. Hasta siempre.



miércoles, 27 de abril de 2011

viernes, 1 de abril de 2011

jueves, 24 de marzo de 2011

miércoles, 2 de marzo de 2011





lunes, 24 de enero de 2011

Cumplo 41 años. Fiesta virtual.

Muchas gracias a Socorro, mi mamá, mis hijos, a todos los que me felicitaron en el facebook, los correos electrónicos, twitter, radio (Caborca, Hermosillo, Peñasco), en el programa del Fano Campoy (Telemax)... que me hablaron, mandaron mensaje por teléfono...
Gracias por sus buenos deseos, por sus palabras tan hermosas.

LES DEDICO ESTA CANCIÓN
porque todos han tocado algo de alma, abrazado mi espíritu y engrandecido mi vida.