36, estuvimos treinta y seis
en este cinemartes 93. Llegamos a casa pasando la medianoche, el cielo que nos
contempló es uno de los más hermosos que he visto en mucho tiempo, tal vez
desde mis tiempos del Sonoyta ranchito de papá. Noche magia. La luna se baña en
el mar entre colores azules por supuesto marinos. Es demasiado para lo que mis
ojos soportan. Belleza acorralada, desprotegida. Ocho documentales fueron
pretexto para volvernos a ver en el desierto; la ordinaria felicidad que
entregan los realizadores, lo involuntario. Mi espíritu satisfecho trasciende
entonces estos matices de noche, de hermosa noche, de esas noches sublimes,
como la noche de paz, la noche de amor pero a finales de mayo, con la estrella
de David guiando a los reyes, dando noticias a los pastores. Aquí estamos, esto
es, sin duda, la primera piedra, el paraíso, el arché, el primer motor. La
montaña sagrada: donde fueron expulsados aquellos, los primeros, los que fuimos
desde entonces. Se avecina el 27 del quinto mes de tantos años, viene el
aullido de los perros, el camino en tren con eternos pasajeros. Seamos universo
mientras la respiración perdure. Buenas noches.