miércoles, 1 de octubre de 2014

Hay un tiempo perdido antes de las ocho de la mañana

Hay un tiempo perdido antes de las ocho de la mañana en el cual sucumbo en su silencio, en su asombrosa soledad; son los minutos que llegan tras dejar a la familia en sus escuelas-labores y apagar el carro, abrir la puerta, prender la computadora, la radio para escuchar el noticiero y servir mi primer café. Serán 15-20 minutos antes de accionar cuando me interno en el limbo, el tiempo de la nada, el tiempo perfecto. Esta mañana ese lapso lo viví en Mi Playa, visité el árbol que enigma a mi amor, arcano misterioso que se yergue frente al mar en campos de la abandonada Universidad de Sonora en este Puerto. Ahí estuvimos en esa orla, como personajes de una historia que nadie habrá de contar: el árbol, el mar, el cielo y yo.